Mitos y Leyendas de La Noche de San Juan

Noche de San Juan en Chile

Mitos de La Noche de San Juan

La Pisada del Diablo

Por el viejo camino a Maitenrehue, a la salida de la ciudad de Angol, por el lado de Pellomenco, está ubicada una piedra que tiene estampada una huella de zapato de huaso con espuela.

Según la creencia popular fue echa por le mismísimo demonio y todo aquel que desee hacer un trato o pacto con él, debe acudir la noche de San Juan a la media noche y colocar su píe derecho sobre la huella de la roca e inmediatamente se sentirá un fuerte olor azufre y la persona le podrá exponer al demonio que conceda un deseo a cambio de su alma.



TAGUÁ O TAGUAO Y DON JAVIER DE LA ROSA

Era Taguá un indio joven, enjuto, de color cobrizo, de poca barba y aspecto sombrío; sus ojos negros y brillantes tenían algo profundamente melancólico; la nariz era aguileña, labios gruesos, el pelo largo y sedoso. Tenia poca talla, pero era fuerte, y atrevido. Era Taguá el más hábil payador que se conocía en el sur de chile y en donde quisiera que penetrase el bardo famoso, el pueblo le respetaba y le aplaudía. Por largo tiempo paso Taguá siendo la admiración de cuantos le conocían y haciendo las delicias de las chinganas que honraba con su presencia.

Entre tanto un hombre salió de una familia honorable pero pobre, viéndose sin fortuna y teniendo probablemente buenas disposiciones para ser un calavera, entro en el pueblo y sé hizo payador, alzando una fama que no dejo de alarmar a los admiradores de Taguá: ese hombre era don Javier de la Rosa. Los dos poetas estuvieron mucho tiempo sin conocerse mas que de fama y aunque sus partidarios los impulsaron a que se juntasen un día con el fin de saber cual era el mas fuerte improvisador, ninguno de los dos bardos quería tomar la iniciativa por temor de comprometer su dignidad, poniendo a prueba una habilidad que cada uno por su lado consideraba incuestionable.

La casualidad hizo que los bardos se encontraran sin pensarlo en la fiesta de San Juan, que se celebra en un pueblecito del sur. Los rotos se dividieron tomando unos el partido del indio y los otros el de don Javier de la Rosa. La chingana estaba llena de gente, que contemplara con admiración a aquellos dos gigantes de la poesía popular; la paya principio al fin.

Por largo tiempo los dos bardos estuvieron a una misma altura, los espectadores los animaban con frenéticos aplausos y hubo un momento en que la mirada penetrante del indio parecía fascinar a su adversario; pero don Javier de la Rosa duplicaba sus habilidades a medida de que las horas pasaban, y el indio veía llegar la noche sin haber podido hacer callar a su inteligente competidor. Ya era mas de media noche y Taguá se sentía fatigado al paso que su adversario estaba como si acabara de principiar la lucha; el indio se rindió al fin, y la muchedumbre dio la palma de la victoria a don Javier de la Rosa.

Solo algunos sinceros admiradores acompañaron a Taguá en su derrota; con ellos salió de la chingana y tomo el primer sendero que encontró. A una hora de camino del lugar de la lucha, sobre una pequeña eminencia,el indio, que después del torneo no había pronunciado una sola palabra, pareció balbucir, sus piernas se doblaron y cayo al suelo como un cadáver. Los que le acompañaban trataron de levantarlo, pero fue imposible. El indio se había clavado un puñal en el corazón y estaba muerto.

Versión de Adolfo Valderrama

Versión B: El indio Taguada cansado por el duelo que venia sosteniendo a lo divino y a lo humano, ofendido hasta por su propia mujer que había tomado partido al lado de don Javier de la Rosa, acercándose a el furioso quiere retirarla y ella le dice: "¡anda vete mulato, déjame tranquila!" Ante semejante actitud espetó este penúltimo verso:

Si es la hora que se pierda mi fama de payador,

¡váyase a la misma... mierda

el bribón que me venció!

Y sacando su puñal tomo las cuerdas de la guitarra, cortandolas toas de golpe.

Y bajo las pifias de la concurrencia salió llorando, seguido ala distancia por los dos o tres admiradores y no se detuvo hasta cuando se creyó solo. Se tendió en el suelo y sintió toda la angustia de ser vencido por primera vez, y pensando que no podría sobrevivir a tan humillante derrota recito sus últimos versos:

Adiós mi tierra querida;

me voy, mi Chile adorado;

recibe en tu paz dormida

al que tanto te ha cantado.

Era la noche de San Juan, lo hallaron ahorcado, colgado de un árbol. Mas allá su guitarra muda para siempre, con todas las cuerdas cortadas a puñal.



El Diablo de Tagua Tagua

La Leyenda dice que el Diablo reside en el Fondo de la Laguna desecada de Tagua Tagua protegido por 4 niveles.

El Mito dice que la Laguna de Tagua Tagua la sacó el Diablo, según un pacto firmado con un vecino de la región. Para efectuar este trabajo, el diablo partió una montaña para que las aguas corrieran hacia el mar.

Cuentan que bajo su fondo, hay una ciudad maravillosa que aflora la Noche de San Juan. La ciudad es recorrida, la cita noche, por un rey, el que acompañado de su corte, visita lo que antes fueran sus dominios.Los humanos que logran contemplar este desfile, pierden la vista.


LOS ENTIERROS DE TESOROS

En el Chile colonial se comenzó a hacer costumbre el enterrar las riquezas en joyas, oro y especies valiosas, por los continuos asaltos que sufrían los grandes fundos por grupos o familias enteras de bandoleros, como los conocidos hermanos 'Pincheira'.

Con el paso de los años, muchos latifundistas y terratenientes han muerto dejando estos tesoros escondidos en las que fueron sus tierras y en el más absoluto secreto.

Nadie duda que existen dichos 'entierros' o tesoros escondidos inclusive en antiguas casonas construídas a principios del siglo XX; son considerables fortunas bajo tierra o entre las tejas de algún viejo techo.

Dichos lugares se 'reconocen' porque en su entorno suceden hechos extraños, luces al atardecer, chispas como si estuvieran encendidas fogatas, cerca o sobre 'el entierro'; algunas historias más tenebrosas cuentan de la aparición de espectros o sombras que indican el lugar...eso sí, sólo a quienes ellos decidan entregárselo.

En el campo, son los fantasmas los que anuncian dicho entierro, también con sonidos de metales chocando en seco; mientras más se buscan, más difícil se hace la tarea de encontrarlos, por ello se dice que en la mágica noche de San Juan a medianoche, los ambiciosos cazatesoros deberán salir a buscarlo para tener suerte.

La leyenda dice que si a alguien se le da la gracia de encontrarlo, deberá actuar rápidamente si no desea que se vuelva a perder; para ello debe enterrar un objeto metálico puntiagudo a modo de ancla para que no se 'mueva', para volver con las herramientas suficientes para desenterrarlo, pero para que esta empresa sea realizada con éxito, se deben cumplir ciertas reglas:

- En la extracción del tesoro sólo pueden intervenir máximo tres personas y de sexo masculino, si hubiera una mujer ésta debe estar vestida con la ropa al revés.

- Cuando se comienza la excavación no pueden pronunciarse el nombre de Dios, de Jesús, o de la Virgen o de ningún santo, porque si lo hace el tesoro se moverá de lugar, siendo imposible volver a encontrarlo.

- Al encontrar el buscado 'entierro', éste pasa a ser muy peligroso para quien lo encuentre, porque conlleva una maldición; según se cuenta, estos tesoros ya son pertenencia del diablo. La maldición se traduce en muertes repentinas de algún miembro de la familia del desenterrador de tesoros, en los días siguientes.

- Para que la maldición no alcance al buscador, éste debe cambiarse inmediatamente de casa lo más lejos posible.

- Además, ni una sola moneda del tesoro puede ser utilizada, hasta pasado un año como mínimo de su hallazgo.



LOS ENTIERROS DE TESOROS
La visión del cántaro de plata

Se trata de un mito registrado en versión bilingüe, de boca de una mujer mapuche de la IX Región de Chile:

"La gente antigua sabe que por Año Nuevo, a media noche, suceden cosas extraordinarias. Si se sale, se debe llevar un lazo por si se topa uno con entierros que se encuentran en forma de cántaros llenos de plata. En el lugar en que se encuentran, siempre se halla un animal: un perro, un caballo o un toro. Si uno se encuentra con uno de estos animales, en la noche de San Juan, debe lacearlo y dejarlo amarrado en el mismo lugar en que lo encontró. Al día siguiente, al regresar al lugar en que se dejó atada esa visión, se encontrará un cántaro lleno de joyas de plata. "



La laguna de "Las Tres Pascualas"

Versión 1.-

Al final del siglo XVIII, tres muchachas llamadas Pascuala iban a lavar ropa a una laguna, como en aquellos tiempos lo hacían casi todas las mujeres pobres de la ciudad. Era realmente un espectáculo pintoresco y lleno de vida el que ofrecían esas hileras de mujeres que en la mañana y en la tarde iban a lavar a la laguna.

Cuando llegaba la tarde, o mejor dicho a la oración, emprendían el camino de regreso a sus hogares. La mayoría eran lavanderas de profesión, como las tres Pascualas.

Caminaban con sus grandes atados de ropa que llevaban generalmente sobre la cabeza. A menudo marchaban cantando o conversando en alta voz.

Era agradable el cuadro multicolor que ofrecía la laguna con la ropa de distintos colores que flotaba al viento o estaba tendida sobre las ramas y que se distinguía desde lejos.

Una tarde, cuando otras compañeras llegaron hasta la laguna, encontraron flotando los cadáveres de las tres Pascualas.

¿Cuál fue la causa de esta desgracia?

Se asomaron tanto al agua que cayeron y no pudieron salir, perecieron de este modo.

b) Las tres Pascualas amaban a un mismo hombre, y después de larga meditación en la noche anterior resolvieron poner término a sus días, arrojándose a la laguna que era su propio sustento.

Versión 2.-

Llegaban hasta la laguna todos los días a lavar; mientras realizaban su trabajo, entonaban hermosas canciones.

Un día llegó hasta la casa de las tres muchachas un forastero en demanda de hospedaje, el que fue acogido gustoso por el padre de las jóvenes.

Todos los días al morir la tarde, regresaba hasta la casa el solitario forastero y miraba a las Pascualas que volvían cantando, al aire sus trenzas rubias y su atado de ropa sobre la cabeza.

El joven se enamoró de las tres hermosas muchachas y cada una, en secreto, le correspondió su amor.

No sabiendo a cuál de ellas elegir como su esposa, en la noche de San Juan les dio cita a las tres en la orilla de la laguna.

A las doce de la noche el forastero remaba, pero desesperado al ver reflejarse en las plateadas aguas a las tres Pascualas, comenzó a llamar: ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! Las tres al sentir su nombre se creyeron elegidas y comenzaron a entrar en las traicioneras aguas.

Desde entonces, en las hermosas y encantadas noches de San Juan, a las doce, se ve un bote y entre el croar de las ranas surge una voz que llama desesperadamente a las mozas.

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